A las mujeres solo...
hay que entenderlas
Le haces el amor, te la coges, te la das,
¿y qué sigue? Sigue cada uno cambiarse
de ropa, tomar una ducha porque aún hueles
a piel ajena. Si es motel, cada uno por su lado.
Si es tu casa, toca tender las sábanas.
Si la quieres, le preparas el desayuno.
Si aún no la quieres, síguetela cogiendo,
eventualmente le tomarás cariño.
Si aún no sabes cómo le gusta el café,
cómo le gustan los besos, sus zonas
sensibles, si no sabes esos problemas
que la acogen, sus miedos más profundos
o sus sueños, en definitiva, aún no te la
coges lo suficiente. Si se va de madrugada
o en la mañana, no te confundas,
no lo hace por protocolo o porque esté
ocupada, simplemente no tiene ganas
de quedarse. Si compartes cama con una
mujer y no vuelve, algo estás haciendo
mal y no tiene nada que ver con el tamaño
de tu miembro o cómo coges, sino quizás
no la comprendes, no la escuchas, no la
haces reír o no se siente segura contigo.
Es que así es, hasta las que se autodenominan
"putas" tienen al menos una cama a la que siempre
regresan, una casa donde pueden despertar con
su desayuno favorito, un café, una sonrisa y la
seguridad de que ahí, siempre será bienvenida.
A las mujeres siempre hay que tratarlas con
cariño, aunque digan que no les gustan esas
cosas, aunque se las den de muy cabronas.
La cosa va así, te la coges como si la odiaras,
pero despiertas como si la amarás, pregúntale
cómo le gusta el café y pídele que se quede,
que hay mucho tráfico, que afuera está
lloviendo o yo qué sé. Invéntate una excusa
cualquiera, ofrece una de tus camisas como
pijama, recuéstate a su lado, dale su café,
mírala a los ojos y hazle preguntas hasta
que te canses. Te puedo asegurar, que una
vez que empiece, no vas a hacer que se calle,
porque siempre se la habían cogido y ya
ningún hombre se preocupó por la mañana.
Eventualmente tendrá que irse como todo
lo bueno que llega a nuestra vida, y se irá con
los ojos brillando, con una sonrisa que no se la
aguantará nadie. Regresarás a tus hábitos, a tu
quehaceres, a tu vida que ahora se siente diferente,
pero no pasará mucho tiempo, tu teléfono vibrará
y será ella en forma de mensaje, un mensaje que
las cabronas no mandan: "Te extraño ", así a secas,
y no sabes cuánto le costó escribirlo.
Entonces tiendes tu cama, preparas la cafetera
y sonríes porque es inevitable no quererla,
aunque sea un poquito.
Paris Goico.
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