Atrapados en sus
propias sombras!!!
Al momento de hablar de las ataduras que debemos
lanzar al agua, también debe incluirse esa terrible
sombra que te persigue días tras días, después de
haberle puesto fin a una relación. Esa sombra que
interviene tus pensamientos y te llevan hacia la
persona amada y de manera involuntaria revive
los recuerdos, retrasan ese traslado paulatino y
eficaz del amor hacia el corazón de un nuevo ser.
Esa sombra que absorbe su silueta induciéndote
al deseo de volver, volar a sus recuerdos, a esos
besos mágicos, besos íntimos, besos rutinarios;
esos besos que no se dieron y que se han convertido
en capitanes de una aventura y enredado en sus brazos
le clamas al infinito, pidiéndole un solo deseo, que
te ayude a despertar de ese sollozo y profundo silencio,
para que el tiempo borre las huellas de un amor que
ha quedado atrapado en la colindancia de dos corazones,
colmados de cicatrices que se acrecentaron por un
inevitable adiós.
Esa sombra que te atrapa y renueva los recuerdos y te
hace sentir aquella sensación que viven aquellos amantes
que su distanciamiento solo fue fruto del no entendimiento
en cosas banales, teniendo que separar sus cuerpos, aun
permaneciendo unidos sus corazones, pero ese terrible adiós,
se encargó de llevarse consigo aquel amor platónico, dejando
atrás todos aquellos versos, plasmados en sus almas, que te
obligan a recordarla, pensarla y vivirla.
Esa sombra que nubla la razón y te hace cerrar los ojos
para dormir los pensamientos y así soñar con aquellos
momentos inolvidables que quedaron cautivos en el
interior de tu ser, creando huellas que no se borran con
el tiempo y vives añorando sus miradas, sus tiernas
caricias, sus besos, su cuerpo, su pelo, pero ya estás
muy lejos.
Esa sombra seductora que te induce a querer regresar
a los lugares aquellos, donde la tuviste en tus brazos,
donde la hiciste tuya, y bajo el silencio sepulcral de las
frías madrugadas, te juro amor eterno y el aroma de sus
pensamientos perfumaba tu cuerpo y tus besos
enfurecidos repicaban las campanas, pero hoy solo
quedaron los recuerdos.
Esa sombra cómplice de los grandes momentos,
que te enreda en sus cabellos de oro que se posaban
en tu piel, cuando sus labios con pétalos perfumados
rozaban tu pecho y bajo un manto de algodón blanco
que susurraba el cielo, sentiste el llanto de las guitarras
fluyendo como un rio revuelto que abandonó su cauce,
pero te tuviste que marchar y cuando la buscaste en el
castillo de su cuerpo, al no encontrarla, te sentiste como
un rey abandonado en su propio palacio del amor.
Esa sombra que te lleva a buscarle, que renueva los
recuerdos y hacen que en tus ojos se debatan las llamaradas
del crepúsculo, teniendo que apagar el fuego con el agua de
tu alma, hasta saciar la sed de tenerla de nuevo entre tus
brazos, acariciar su hermosura, recorrer a prisa todo su
cuerpo hasta morir inmerso en la fuente del placer.
Ing. Ramón Leonardo.-
Ing. Ramón Leonardo.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario