A ti, mujer.
Acaso no te das cuenta
que ese paso de hembra madura
paraliza el ritmo de nuestro tiempo
mientras todos sin excepción
sucumbimos
al suave vaivén de tu cintura
ladeándose graciosamente
cuando caminas.
Cuando te vemos aparecer
en el añejado umbral
desafiándonos
cual madona encabritada
abandonamos brevemente
nuestras miserias cotidianas
mientras tus manos delgadas y tibias
se aferran a la curvatura centenaria
del pasamanos de caoba criolla
que se lustró por última vez
tan solo para recibir tus cálidas caricias.
Llenas todo el espacio disponible
y desciendes lentamente
con paso seguro
por las viejas escaleras del Hotel Mercedes
testigo mudo de soterradas componendas
y alegres bacanales.
Oh, Mujer...
cuanto garbo
cuanta clase
cuanta cadencia
cuanta belleza
puede habitar en tu aparente frágil nomenclatura
cuanto orgullo desparramado abiertamente
sobre la estupefacta masculinidad
de los azorados especímenes
que babeándose
cual bestias salvajes
esperan ansiosos
en el lobby del viejo hotel
tu solitaria y sensual marcha descendente.
Texto: Vitico Cabrera
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DE PROSTITUTA A DIPUTADA...
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