viernes, 5 de mayo de 2017

LA AUTOESTIMA ATACADA EN LAS MUJERES











¿Qué es la autoestima?






Es la forma en que cada persona se 

valora a sí misma, en general la suma 

de cómo se siente respecto a su 

apariencia, a sus habilidades, a 

su conducta, cómo integra las 

experiencias del pasado, cómo 

se siente valorada por los demás. 


Desde los inicios del mundo mismo el

 género femenino ha sido marcadas, por lo 

que  las mujeres hemos sido directamente

  afectadas en cuanta a esta debilidad

 caracteristica emocional. 




¿Cuándo y cómo se forma 

nuestra Autoestima?



Desde los cinco a seis años es cuando empezamos 

a formarnos una idea de nosotras mismas y esta

 primera valoración está basada en la forma en

 que nos valoran los mayores (padre, madre,

 maestros, etc.) Por lo tanto, es la familia, sus

 modelos y sus tabúes la primera influencia en 

la forma en que percibimos a nuestro propio ser.


 Más adelante, en la adolescencia empezamos

 a valorarnos con criterios culturales: cánones 

de belleza, valor, osadía, capacidad para 

controlar a los demás, etc. Y estos criterios 

no son casi nunca favorables para las mujeres,

 de forma que es más común encontrar a mujeres

 con autoestima baja que a hombres, aunque éstos

 se hayan criado en el mismo ambiente e incluso 

en el mismo entorno familiar.




Lecciones arrastrada de la Niñez


Una crítica constante de nuestros padres a las 

cosas que hacemos, a nuestro aspecto físico, 

a nuestras capacidades, palabras que cuestione 

 nuestro comportamiento, son factores 

determinante en el desarrollo de nuestra estima 

en la niñez.



En un medio hostil donde se nos minusvalora,

un ambiente dominado por el miedo, 

aprendimos a vivir temerosas e inseguras.










Si hemos sido objeto de lástima por nuestro 

aspecto físico o por la falta de capacidades 

intelectuales, Esto nos enseñó  a sentir lástima 

de nosotras mismas.


Si nos ridiculizaron, aprendimos a ser tímidas.

Si crecimos en medio de la envidia y de 

la vergüenza, aprendimos a ser envidiosas.







Toda mujer necesita...


Sentirse segura.

Ser amada y aceptada incondicionalmente.

Formar parte de un grupo.


Sentirnos aceptadas como somos, 

reconocimiento y aprobación.


Ser autónomas, tener capacidad para 

escoger nuestras opciones.


Que potencien nuestras capacidades y que no

 las limiten continuamente encasillando nuestra 

actividad vital en función del sexo.


Y cuando estas necesidades básicas para nuestro

 correcto desarrollo emocional no se cumplen,

 crecemos con una serie de carencias que

 repercuten negativamente en nuestra concepción

 de nosotras mismas.


En fin nuestro mundo interno 

por completo.


 No es voluntaria, espontánea o natural,

 proviene de las condiciones de vida y 

de lo que cada una ha experimentado

 al vivir su vida.


  No es individual, sino social. 







Las mujeres partimos de una 

valoración social inferior que la de 

los hombres y por esa razón, la 

baja autoestima se encuentra más

 frecuentemente en mujeres,

 especialmente en aquellas

 que han crecido en una familia con 

roles tradicionales, donde se dan a

 menudo los malos tratos psicológicos

 a todos los miembros del género 

femenino. En muchos casos la 

situación suele ser:


Madres mártires, quejas, reproches,

 lágrimas, amenazas de enfermar, Frases como...


"Los hombre son los que mandan"

"Ese trabajo es de hombres"


Ademas....


Padres dictatoriales estrictos, 

amenazantes, furiosos, hipercríticos...



El hecho es que los maltratos no sólo son físicos,

 sino también psicológicos: silencios, posturas,

 gestos, actitudes, expresiones, tonos 

de voz y miradas significativas o incluso

 negación de la mirada... 


Todas estas formas de maltrato 

interfieren y condicionan nuestra 

autoestima. De hecho, está comprobado 

que la peor secuela psicológica de 

las víctimas de malos tratos es la baja 

autoestima que padecen y que llega

 a hacerlas perder su propia identidad.



Obstáculos de género en la

autoestima de las mujeres


Sufrimos la primera discriminación de género 

por el sexo al nacer. Muchas mujeres no han sido

aceptadas porque su familia esperaba un varón 

en su lugar.


El primer mundo conocido ya está marcado al 

nacer por el estigma de género, así también lo

 están la construcción de la identidad y el 

desarrollo de la subjetividad.


Una segunda discriminación personal ocurre

 frente a los hermanos o frente a hombres con 

autoridad como el padre.


Otras mujeres consideran que ha sido después,

 en el ámbito público donde han percibido la

 discriminación de género: en el trabajo, en 

ciertos niveles educativos, servicios estatales 

(de educación, de salud, de seguridad), la 

política, los deportes, la cultura y las artes, 

la calle, los medios de comunicación y las

 religiones fundamentalistas.


Las mujeres somos nombradas y tratadas 

en segundo término.


Recibimos una educación basada en el control,

 la dependencia, la culpa y el miedo. Nos educan

 para servir a los otros sin tener en consideración


 a nuestro propio ser.


Y esta educación repercute en problemas 

de inferioridad, inseguridad, desconfianza 

e impotencia, es decir, en una baja autoestima.







Factores de la baja autoestima 

de las mujeres.


  • Se debe a la posición política de segundo sexo.

  • A la violencia de género.

  • A la falta o pérdida de derechos fundamentales.

  • A la pobreza de género  (explotació económica).

  • A la sobrecarga de vida y doble esfuerzo para casi todo (doble jornada, actividades simultáneas y contradictorias).

  • A la falta de oportunidades en la vida pública.

  • A una educación centrada en encontrar al hombre de nuestra vida y pasar de depender del padre a depender del marido.

  • Al constante roce social misógino y antifeminista que nos exige realizar acciones defensivas, demostrativas o asertivas de género. A que somos evaluadas a partir de los mitos (esposa, madre y ama de casa perfectas...)









Manifestaciones de baja 

autoestima


  • Ataques de ansiedad.

  • Repentinos cambios de humor.

  • Sentimientos de culpa.

  • Reacciones exageradas.

  • Hipersensibilidad.

  • Ver siempre el lado negativo de todo.

  • Sentimientos de impotencia.

  • Impulsos autodestructivos.

  • Autocrítica dura y excesiva.

  • No saber poner límites a la gente (no saber decir no) por un deseo innecesario de complacer.

  • Hipersensibilidad a la crítica de los demás.

  • Indecisión crónica.

  • Perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora. 

  • Tratar de ser siempre la mujer diez.

  • Culpabilidad neurótica, se juzga y condena por todo, incluso por cosas ajenas.

  • Hostilidad, irritabilidad a flor de piel.

  • Tendencias defensivas

  •  Un generalizado negativismo.

  •  Falta de ganas de vivir.







La  finalidad es que cada mujer encuentre

 el camino para realizar los cambios necesarios

 para poder superar sus problemas y así, 

mejorar su vida.


Con recursos para enfrentar su 

experiencia y para buscar nuevas fuentes de 

conocimiento y comprensión de sí misma, 

encontrando caminos para:



Romper los estereotipos


Tomando en cuenta estos puntos...


  • No idealizar a los demás.

  • Evaluar sus propias cualidades y defectos.

  • Controlar sus pensamientos irracionales.

  • No buscar la aprobación de los demás.

  • Afrontar sus problemas sin demora.

  • Aprender de los errores.

  • Practicar nuevos comportamientos.

  • No exigirse demasiado.

  • Aceptar su cuerpo.

  • Cuidar la salud.

  • Disfrutar plenamente del presente.

  • Ser absolutamente independientes.

  • Enfrentarnos a sus miedos.

  • Vencer el miedo a estar sola. De hecho, es necesario estar sola para poder reflexionar y encontrar soluciones dentro de una misma.

  • Tomar las riendas su propia vida.







En definitiva, desarrollar la autoestima 

es desarrollar la convicción de que una es

 competente para vivir y tiene derecho a la 

felicidad y por lo tanto enfrentarse a la vida 

con mayor confianza. Desarrollar la autoestima 

es ampliar nuestra capacidad para ser felices.


Debemos aprender a conocernos mejor a nosotras

 mismas, investigar y asumir los sentimientos de

 la niñez (aunque sea doloroso), aceptarnos 

y afirmarnos.


En definitiva debemos ser conscientes de 

quienes somos, y esto significa:



Pensar, mantener nuestras propias opiniones.

Vivir en la realidad, aunque a veces sea doloroso.

Ser independiente.


Mantener una actitud activa aunque sea más

 “cómodo” ser pasiva.


Ser honesta.


Vivir el presente, no en las fantasías ni en 

los recuerdos de tiempos mejores.




Enfrentarse a una misma, a los propios miedos.


La autoestima no puede depender de nuestro 

aspecto físico. La aceptación plena y sincera

 ayuda a hacer desaparecer los sentimientos

 negativos o indeseables. Aceptar la derrota 

o el fracaso y combatir el miedo.








La autoestima alta no significa un estado de éxito

 total y constante, sino que consiste también en

 reconocer y aceptar las limitaciones y debilidades

 propias y experimentar la necesidad de 

complementariedad con otros.




Para poder conocernos bien debemos ir analizando

 y modificando lo aprendido pero sabiendo que 

los esfuerzos a favor de la autoestima son procesos

 que requieren continuidad y esfuerzo. En nuestros

 talleres aprenderemos que el proceso de mejorar 

nuestra autoestima durará toda la vida trabajando

 activa y conscientemente por mejorar 

nuestra vida.









Coincidimos con Marcela Lagarde en que para

 alcanzar y mantener nuestra autoestima como

 mujeres, tenemos unas clave indispensables..



Lograr:



Tener conciencia histórica: ser protagonistas.

Vivir la rebeldía y la subversión: transformar 

la vida y el mundo.


Tener la identidad de ser humanas, de ser 

mujeres: la diferencia sexual.


La práctica de la igualdad.


La resignificación del tiempo.


El espacio: tener un lugar en el mundo.


Los recursos: los dones, los bienes, las obras...


Las oportunidades.




La ciudadanìa: la identidad política, los derechos.


La independencia y la autonomía.


La autovaloración y el amor propio.


La capacidad de goce y de creación.


El empoderamiento y el poderío.


La libertad: las capacidades de optar, de elegir,

de decidir y de inventar.

Ser libres y vivir en libertad.

El desarrollo personal y colectivo.

La solidaridad.

La paz.

El feminismo.



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