jueves, 30 de marzo de 2017

HENRIETTA LACKS, LA MUJER DE LAS CELULAS INMORTALES.






Henrietta Lacks, la mujer con 



células inmortales que ha salvado 



innumerables vidas











Nacida como Loretta Pleasant, fue una mujer 

afroamericana donadora involuntaria y sin su

 conocimiento de células de su tumor canceroso, 


el cual fue cultivado por George Otto Gey para

 originar una línea de cultivo celular inmortal



Llamada tambien como "La madre de

 la medicina moderna"



El 1951 marcó el inicio de un gran avance 

en la biotecnología. Todo empezó con la 

llegada de una afroestadounidense pobre 

a un hospital de EE.UU. Sus células 

revolucionarían la ciencia médica.






Pero, nadie le pidió permiso ni a ella ni

 a algún familiar para usarlas y su familia 

tuvo que luchar varios años por sus derechos.


Ella y los científicos

En 1860, el dueño de una plantación en 

Virginia llamado Benjamín Lacks escogió 

una amante negra entre sus trabajadores. 

Tuvieron dos hijos que llevaron su apellido

 y durante tres generaciones la familia

 Lacks trabajó en el campo.

En 1942, Henrietta Lacks decidió mudarse

a la ciudad, así que se llevó a su esposo -

el bisnieto de Benjamín- y su familia

 a Baltimore

A 10 kilómetros de donde vivía Henrietta 

estaba el laboratorio del doctor George Gey, 

cuya ambición era librar al mundo 

del cáncer.

Estaba convencido de que encontraría 

la clave para hacerlo dentro de las 

células humanas.

Durante 30 años había estado tratando 

de cultivar células de cáncer 

en el laboratorio.

Para ello mezclaba tejidos cancerosos 

con sangre de corazones de gallinas vivas, 

con la esperanza de que esas células

 enfermas vivieran y se reprodujeran 

para poder estudiarlas fuera 

del cuerpo.




El 1º de febrero de 1951 Henrietta Lacks

fue llevada al hospital John Hopkins.

"Nunca había visto algo similar, ni lo he 

vuelto a ver jamás", le dijo en 1997 

Howard Jones, el ginecólogo 

que la examinó.

"Era un tipo muy especial de lo 

que resultó ser un tumor".

"Su historia era muy simple: había estado 

sangrando entre menstruaciones y tenía 

dolor abdominal, lo que no necesariamente

 es señalde cáncer", recuerda el doctor.












"Cuando examiné el cérvix me sorprendí 

pues no era un tumor normal. Era púrpura

 y sangraba muy fácilmente al tocarlo".

El tumor no respondió bien al tratamiento

 y Henrietta Lacks murió de cáncer 

cervical en octubre de 1951, 

cuando tenía apenas 

31 años de edad.

Su familia la enterró cerca de las

 ruinas de la casa donde nació.

Y la ciencia la olvidó.




Parte de ella se volvió famosa.


Las células de parte de su tumor fueron 

retenidas en la unidad de cáncer del hospital

 pues Gey había descubierto que éstas podían

 cultivarse en el laboratorio indefinidamente.

Era lo que había buscado por tantos años.

Hasta les dio un nombre: 

La línea celular HeLa,

por las dos iniciales del nombre 

y apellido de Henrietta Lack.

"En cuestión de horas, las HeLa se 

multiplicaban prolíficamente", 

dice John Burn, profesor de 

Genética de la Universidad 

de Newcastle, Reino Unido.

Efectivamente, las células de Henrietta 

reproducían una generación entera en 

24 horas, y nunca dejaban de hacerlo.







Fueron las primeras células humanas

 inmortales que crecieron en un

 laboratorio.

De hecho, han vivido más tiempo fuera 

que dentro del cuerpo de Henrietta.


¿Por qué son tan importantes?


"Hay muchas situaciones en las que 

necesitamos estudiar tejidos o patógenos 

en el laboratorio", dice Burn.

"El ejemplo más clásico es la vacuna de polio.

 Para desarrollarla era necesario que el virus

 creciera en el laboratorio y para eso se

requerían células humanas".

Las células HeLa resultaron ser perfectas 

para ese experimento y la vacuna 

salvó a millones de personas.

Las HeLa se hicieron mundialmente 

famosas.

Por primera vez cualquier cosa podía 

probarse en células humanas vivas.

No sólo permitieron el desarrollo de una 

vacuna contra el polio e incontables

 tratamientos médicos sino que hasta

 viajaron al espacio exterior en 

las primeras misiones espaciales, para

 que los científicos pudieran anticipar 

qué le pasaría a la carne humana 

en gravedad 0.





El ejército de EE.UU. puso grandes frascos

de células HeLa en lugares en los que 

hacían experimentos atómicos.

Además, fueron las primeras en ser compradas,

vendidas, empacadas y enviadas a millones de

 laboratorios de todo el mundo, algunos de ellos 

dedicados a experimentar con cosméticos, para

 asegurarse de que sus productos no causaban

 efectos secundarios indeseados.

En resumen, muchos han ganado billones 

de dólares con bienes que han sido probados

 en las células HeLa.


Todo, sin que la familia de Henrietta Lacks

 lo supiera

"En los años 40 y 50 se consideraba a los tumores

 o tejidos que se retiraban en una operación como

 'abandonados', así que no no era claro que era 

necesario pedir permiso para usarlo en 

investigación que fuera más allá del

 cuidadodel dueño", explica Burn.

No fue sino hasta 1973 que la familia Lacks

 se enteró por primera vez de que las células 

de Henrietta todavía estaban vivas.

Un equipo de geneticistas los buscó para

examinar su ADN, pues habían surgido la

teoría de que la cura del cáncer podía estar

en la manipulación de los genes.

Encontraron a su esposo y cuatro hijos, 

quienes seguían viviendo en Baltimore.

Lo que se dio fue un choque de culturas, 

según le contó al Smithsonian Rebecca 

Skloot cuando publicó su libro "La vida

 inmortal de Henrietta Lacks".

"Un día un investigador de postdoctorado 

llamó al esposo de Henrietta, quien no había

 terminado la escuela y no sabía qué era

 una célula".


Lo que el marido de Henrietta entendió fue:
Tenemos a su esposa. Está viva en un laboratorio. La hemos usado en investigaciones durante 25 años. Ahora queremos examinar a sus hijos a ver si tienen cáncer"
..


"Tomaron muestras de sangre de todos los hijos

 de mi madre y nos dijeron que querían ver si lo 

que mi mamá tenía era hereditario", le dijo 

David Lacks Jnr. a la BBC en 1997.

Bobbette Lacks, nuera de Henrietta, quedó 

anonadada: "Le dije: '¿Están trabajando con

 las células de Henrietta?', y contestó: 'Sí, sus

 células todavía están vivas'. Me quedé con

 la boca abierta. Y él me dijo que habían 

estado trabajando con ellas durante años"

Entre tanto, las HeLa se vendían en 

enormes cantidades y por

 cifras millonarias.

"Los científicos les dijeron a los capitalistas:

 'tenemos una tecnología que nos permitirá

 curar el cáncer'. Era más que esperanza; 

era una creencia, y eso favoreció a la 

industria de la biotecnología", explicó 

Kirk Raab, presidente de Genentech 

entre 1985 y 1995.

"Si fuera posible vencer el cáncer, sería 

el mercado más grande del mundo. 

Recuerda, ante el cáncer, todos los 

humanos son iguales. Casi no hay 

otro producto, aparte de las balas, 

que acabe con toda la gente equitativamente".

"De pronto, había una oportunidad

 de hacer mucho dinero".

Cuando la familia Lacks se dio cuenta 

de lo que estaban haciendo con las 

células de su madre, decidió consultar

 abogados para averiguar si tenían derecho 

a recibir dinero de la industria 

de biotecnología.





"Investigué y me enteré de que las habían

vendido a todas partes y quise saber quién

 se había enriquecido con las células de 

mi mamá", explicó David Lacks Jnr.

La familia de Henrietta no tuvo suerte

 en lo que concierne a una compensación:

 su madre había muerto hacía 

demasiado tiempo.

Pero siguieron luchando por el control

 de las células y libraron una campaña 

para que se reconociera la contribución 

de Henrietta a la investigación médica.


"Aunque fue una contribución involuntaria,

 ha sido enorme", subraya John Burn.

"Las células que le quitaron la vida han 

sido la base de decenas de miles de estudios

 médicos en todo el mundo y sobre todos 

los aspectos de la ciencia biológica".

"Fue un elemento crucial en el desarrollo 

de la ciencia biológica del siglo XX",

 declara el experto en Genética.


Como resultado de la campaña de su

 familia, Henrietta Lacks se convirtió 

en una heroína científica.





Y en agosto 2013, a la familia Lacks 

se le confirió un poco de control sobre 

el acceso de los científicos al código 

de ADN de las células de 

Henrietta Lacks.

Además, la familia debe recibir 

reconocimiento en los estudios

 resultantes.




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