sábado, 13 de agosto de 2016

LA TURBULENTA Y ADMIRABLE VIDA DE UNA GUERRERA.... FRIDA KAHLO


Frida Kahlo






(Magdalena Carmen Frida Kahlo; Coyoacán, México, 

1907 - id., 1954) Pintora mexicana. Aunque se 

movió en el ambiente de los grandes muralistas 

mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, 

Frida Kahlo creó una pintura absolutamente 

personal, ingenua y profundamente metafórica al 

mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad 

de varios acontecimientos que marcaron su vida.


A los dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo 

accidente que la obligó a una larga convalecencia, 

durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con 

toda probabilidad en la formación del complejo 

mundo psicológico que se refleja en sus obras. En 

1929 contrajo matrimonio con el muralista Diego 

Rivera; tres años después sufrió un aborto que 

afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad y le 

inspiró dos de sus obras más valoradas: "Henry 


Ford Hospital" y "Frida y el aborto", cuya 


compleja simbología se conoce por las explicaciones 


de la propia pintora. También son muy apreciados 


sus autorretratos, asimismo de compleja 

interpretación: Autorretrato con monos o 

Las dos Fridas.







Cuando André Breton conoció la obra de Frida Kahlo, 

afirmó que la mexicana era una surrealista 

espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y 

París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran 

acogida. Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, 

y al final de sus días rechazó abiertamente que su 

creación artística fuera encuadrada en esa tendencia.


En su búsqueda de las raíces estéticas de México, 

Frida Kahlo realizó espléndidos retratos de niños y 

obras inspiradas en la iconografía mexicana anterior 

a la conquista, pero son las telas que se centran en 

ella misma y en su azarosa vida las que la han 

convertido en una figura destacada de la pintura 

mexicana del siglo XX.







La obra de Frida Kahlo

La producción de la artista mexicana es un ejemplo 

de ese tipo de arte que sirve como poderoso 

instrumento con el que exorcizar la angustia de una 

realidad hostil. El signo trágico de su existencia, 

marcada por la lucha contra la enfermedad, había 

comenzado cuando a los seis años contrajo una 

poliomielitis que le dejó importantes secuelas. En 

1925 sufrió un grave accidente de tráfico que le 

fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de 

imposibilitarle tener hijos, el accidente fue la causa 

de numerosas operaciones futuras y de una salud 

siempre precaria.





A través de la pintura, que empezó a practicar en los 

largos meses de inmovilidad tras el accidente, Frida 

Kahlo reflejaría de forma soberbia la colisión entre 

su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su 

destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad 

irreductible entre los sueños (de amor, de hijos) y la 

realidad (dolor e impotencia).



Durante la convalecencia del accidente, sin poder ni 

siquiera incorporarse, comenzó a pintar tomándose 

ella misma como modelo principal. Le colocaron un 

espejo bajo el baldaquino de su cama y un 

carpintero le fabricó una especie de caballete que le 

Permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio 

de una larga serie de autorretratos, tema que ocupa 

el grueso de su producción, de carácter 

fundamentalmente autobiográfico. En una ocasión 

afirmó: "Me retrato a mí misma porque paso mucho 

tiempo sola y porque soy el motivo que mejor 

conozco." En poco tiempo Frida desarrolló un 

vocabulario simbólico propio; con él acompañaba sus 

retratos para representar metafóricamente sus 

experiencias y sus pensamientos.





Influida por las ideas de vindicación de identidad que 

propagaba el nacionalismo revolucionario, Frida 

vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados 

con cintas de colores y collares y pendientes 

precolombinos. Así la encontramos en "Autorretrato 

como Tehuana" (1943, Colección Natasha Gelman, 

Ciudad de México), representada como mexicana 

"auténtica" y acentuando sus rasgos mestizos (tenía 

sangre española, india y alemana). Producto de esa 

misma ideología nacionalista son los fondos de 

algunas de sus obras como el "Autorretrato con 

monos" (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad 


de México), en el que su figura aparece recortada 


sobre plantas selváticas y rodeada de animales, o 


aquellos en los que retoma imágenes de la cultura 

precolombina, como Mi nana y yo (1937, Colección 

Dolores Olmedo, Ciudad de México).




Otras veces, como en Autorretrato - "El 



Marco" (1938, Museo Nacional de Arte Moderno, 



Centro Georges Pompidou, París), se inspira en la 



imaginería popular y muy específicamente en los 


retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y 


colorista tan específicamente mexicano que conjuga 


vívidamente lo espectacular con lo escatológico.


Una de las formas más comunes del arte popular 

mexicano son los exvotos. Frida vincula a esta 

tradición sus cuadros de desarrollo narrativo 

representando de forma sintética los elementos más 

significativos y de mayor carga expresiva. El tamaño 

pequeño de los cuadros y la técnica (óleo sobre 

plancha metálica) proviene también de ellos.


Esta fusión entre la temática "personal y las 


formas de la imaginería popular" se encuentra 


expresada de forma emblemática en la obra "Henry 


Ford Hospital" (1932, Colección Dolores Olmedo, 


Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida 


esperaba que su segundo embarazo llegara a buen 


término, pero su pelvis fracturada no podía acoger el 

desarrollo de un niño. La traumática experiencia de 

un nuevo aborto fue el origen del cuadro.



La adopción de las formas narrativas de los 

exvotos tiene su mejor ejemplo en una pieza 

singular titulada "Retablo" (1943, colección 


privada). Frida había encontrado un exvoto que 


representaba el choque entre un tren y un autobús; 


una muchacha herida yacía sobre las vías y la 


imagen de la Virgen de los Dolores flotaba sobre la 


escena. 







Añadiendo a la chica sus propias cejas y unos rótulos 

al tren y al autobús, lo convirtió en la representación 

de su propio accidente. En la parte inferior escribió: 

"Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C. de 


Kahlodan gracias a la Virgen de los Dolores por 


haber salvado a su niña Frida del accidente 


acaecido en 1925 en la esquina de 


Cuahutemozin y de Calzada 

de Tlalpan."






Tras superar algunas graves crisis de salud, y de 

forma idéntica a como lo hacen los creyentes con los 

santos de su devoción, Frida mostró su 

agradecimiento a los médicos mediante pinturas que 

siguen rigurosamente las convenciones del exvoto. 

Muestras de ello son las obras dedicadas al doctor 

Eloesser y al doctor Farill.


Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus 

trastornos y metáfora de sus pinturas; los reveses 

de su vida afectiva también fueron tematizados en 

cuadros que constituyen depuradas síntesis 

simbólicas. En "El corazón" (1937, Colección Michel 

Petitjean, París), la ausencia de manos expresa su 

impotencia y desesperación ante el enredo amoroso 

entre Diego Rivera y su hermana Cristina. Su 

corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y 

posee un tamaño desmesurado que refleja la 

de su dolor. Junto a ella, un vestido femenino, que 

alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que 

de sus mangas sale un único brazo que enlaza y un 

palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio 

corazón.




Frida y el surrealismo

La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la 

relación de su simbología con el surrealismo, algo 

que Frida Kahlo negaría rotundamente: "Se me 

Tomaba por una surrealista. Ello no es 



correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que 



yo he representado era mi realidad."


Pero Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de 

su pintura, sino que profesó una profunda aversión 

hacia los representantes del movimiento. Había 

conocido a Breton en México en 1938 y al año 

siguiente pasó varios meses en París, donde tuvo 

ocasión de entrar en contacto con los otros 

surrealistas. La opinión que le merecían la expresó 

sin cortapisas en una carta que escribió desde allí a 

Nicolas Muray: "No puedes imaginarte lo joputas 



que son esta gente; me hacen vomitar. Son tan 

condenadamente intelectuales y degenerados, 



que ya no los aguanto más."






Frente a las representaciones oníricas o al 

automatismo psíquico de los surrealistas, los 

numerosos símbolos que Frida Kahlo introduce en 

sus cuadros poseen significaciones precisas y son 

producto de la actividad consciente. Su obra se 

origina y procede de una continua indagación sobre 

sí misma, y manifiesta los estados de ánimo de 

forma precisa y deliberada, materializando las 

oscilaciones entre el sufrimiento y la esperanza. El

carácter simbólico de su pintura da cauce a la 

expresión vehemente de una personalidad 

apasionada para la que el arte es desafío y combate, 

lucha violenta contra la enfermedad, pero también 

repliegue ensimismado hacia su yo interior y huella 

del reconocimiento doloroso de su identidad 

maltrecha.


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